Historia antigua:

 

En un principio el pueblo se llamó Cañizal de Amaya. La primera referencia a este nombre se encuentra en el año 969. Los orígenes no están claros porque se habla de diferentes localizaciones.

 

En el siglo XX se consolida el nombre de Cañizar de Amaya.

 

Interesante leer el Fuero de Cañizar de Amaya y la diferente documentación.

 

Historia reciente:

 

Cañizar de Amaya, hoy, es un pequeño pueblo situado al N.O. de la provincia de Burgos. Dista 59 Km. de la capital, por la carretera C-627, y unos 10 Km. del vértice geodésico de primer orden, Peña de Amaya.

 

Sus gentes se relacionan mucho con los pueblos que le circundan: Sotresgudo, Salazar de Amaya, Cuevas de Amaya, Sotovellanos, Hinojal, Zarzosa de Riopisuerga, Quintanilla y Barrio San Felices.

 

La estación de tren más cercana se encuentra a 10 Km., en Herrera de Pisuerga, vía Madrid - Santander. La carretera que pasa por delante del pueblo, fue inaugurada el año 1904. Cuentan las crónicas que, el mismo año, en el mes de agosto, pasó el primer coche a una velocidad de 20 Km. por hora. A un joven matrimonio, que venía con su carro cargado de mies por la misma vía, le pareció que la velocidad era supersónica, por lo que se apresuraron a dejarle pasar, arrimando lo más posible, su carro a la cuneta. Tanto lo arrimaron que el carro volcó.

 

La carretera supuso, para los vecinos de Cañizar, poder ir a Herrera en poco tiempo. Hasta entonces, era más fácil ir de compras a Villadiego y a Burgos en la histórica "diligencia", aunque hubiera que desplazarse, a pie, cuatro kilómetros, hasta Sotresgudo, que acercarse a Herrera por un mal camino y tener que traspasar las temibles vargas de Sotovellanos.

 

La construcción de la carretera, C-627, por otra parte, proporcionó trabajo a no pocos habitantes del pueblo, que vieron, de esta manera, mejorar su economía. Por eso, aunque el paso de coches por el pueblo imponía respeto, todos agradecieron su construcción. Además, a un lado y a otro de la carretera, dejaron un camino vecinal por donde iba el ganado cuando lo llevaban a la feria, quehacer frecuente en aquellos tiempos. Las ferias de San Andrés, celebradas en Villadiego, eran conocidas en todo el Norte de España; en ellas, el paciente y esforzado buey castellano era protagonista muy bien cotizado.

 

En los años treinta, un pequeño autobús, "El Gallego", sustituyó a las ruidosas diligencias. Un poco más tarde, en septiembre de 1947, comenzó a pasar por nuestra carretera, de forma definitiva, el autobús de la empresa "Simón" con lo que ya no hacía falta acercarse hasta Sotresgudo para coger al autobús. A nuestra disposición teníamos dos líneas: Alar-Sotresgudo-Villadiego-Burgos y Herrera-Cañizar-Sotresgudo-Sasamón-Burgos.

 

El asfalto llegó a nuestra carretera en el año 1952, con lo que quedó muy mejorada. A partir de los años 60, aparecieron los coches particulares y posteriormente se generalizó su utilización, con lo que las distancias se hicieron aun más cortas.

 

En febrero de 1922, ocurrió un acontecimiento que modificaría los hábitos de vida de nuestros padres y abuelos. Por unos cables endebles, sostenidos por postes retorcidos de madera, llegó la luz eléctrica. Venía la misteriosa energía, producida por el agua, de uno de los embalses "esclusa", que regulaban el curso del Canal de Castilla para hacerlo navegable y construir una vía muy importante de transporte de mercancías desde Alar del Rey hasta Valladolid. Tres mulas, a la sirga, se encargaban de arrastrar una barcaza subiendo varias toneladas de trigo o bajando las mismas de carbón.

 

Y, nuevamente, el agua interviene en nuestras vidas. Del "Martinete", de Barrio San Quirce, salta misteriosamente "la luz", que era manejada mágicamente por tres hombres admirados por todos. Conrado, Valentín y Benigno, "Bene", la hacen llegar hasta nuestras casas. La luz era tenue, parpadeante, insegura, sobre todo en los tiempos de tempestades de nieve y de tormenta, cuando los vientos arreciaban y derribaban los postes, quedándonos sin luz hasta ocho o diez días. Con todo, supuso un avance muy notable.

 

Con aquella luz misteriosa, no tardó en llegar otro sorprendente invento. La luz se transformaba en sonido a través de un "mueble" ante la admiración de todos. Era la "radio". La casa del Sr. Bonifacio Ortega fue la primera que instaló el mágico instrumento. Allí se juntaban las mujeres a escuchar "El Parte", por si, lo que oían, afectaba a sus maridos, hijos o novios que estaban en la guerra.

 

Por aquellas fechas, esos cables que traían la luz, se alargaron hasta Sotresgudo, para sustituir el servicio que les ofrecía otra central de inferior calidad, desde un manantial de la Peña Amaya. Con esta ampliación se mejoró un poco el servicio, al necesitar energía eléctrica las pequeñas industrias de Sotresgudo; sus habitantes se preocupaban de avisar a quien correspondiera, cuando había avería; con ello, los periodos "sin luz" se acortaron.

 

Otro gran beneficio fue la llegada de los motores eléctricos que "Bene" adaptó a las máquinas de beldar.

 

 

Obras consultadas:

Cañizar de Amaya de Máximo Pedrosa, Saturnino Nogales, Bonifacio Moral e Isidro García.